martes, 12 de marzo de 2013

“Ni siquiera me llamas Padrino”

Publicado en Perarnau Magazine.

Soy un apasionado de Don Mario Puzo. Hasta el día de hoy no he encontrado ningún escritor cuyos libros me enganchen de la misma manera que hacen los que escribió el italo-americano hace unos cuantos años. Puede que fuera por su intensa descripción de los personajes que protagonizan sus historias, a los que llegas a conocer como si fueran allegados; quizás sea la intensa prosa que te introduce en las calles del Bronx o en un pequeño pueblo de Sicilia. De una forma o de otra, acabé adorando a Michael Corleone con la misma intensidad que lo hice con Turi Giuliano, ambos fundidos en la obra El Siciliano como dos piezas de metal en una fragua.

La especialidad de Puzo eran las historias sobre la mafia, la cosa nostra sobre todo. En cualquiera de sus escritos se pueden encontrar a varios Don, cabezas defamiglia que lideraban algún clan de Nevada, Nueva York o Palermo. Todos ellos habían conseguido tal estatus cercano a la divinidad gracias a la adquisición progresiva de respeto de todas las personas a su alrededor, generalmente obtenido mediante favores realizados y probablemente cobrados con posterioridad. El mantenimiento de ese respeto era fundamental para poder seguir liderando a las demás familias, los otros clanes rivales del entorno a los que había que demostrar el poder para que no se viera discutida su superioridad.